Fuerxa


Una de las promesas que me hicieron cuando empecé en el gimnasio fue tener más fuerza. Nunca en mi vida me había sometido a un esfuerzo como ese. El primer día pense que todo me dolería pero no fue así, al contrario, fue raro sentir los músculos. Fue como pasar les lista y dijeran: “PRESENTE”. Qué gusto volverlos a encontrar después de tanta grasa.  Fuerza, ¿quién necesita fuerza en un mundo tan cómodo lleno de controles remoto, sillas ergonómicas por doquier. Al mundo le gusta que permanezcamos en orden y sentados y buscar la fuerza es llevarle la contraria. Nunca antes pensé que la necesitaría, siempre había alguien dispuesto a abrir el frasco de mermelada o en el peor de los casos seguramente alguien tendría algún número 800 para pedir ayuda.

 

Viví la ida como un muppet y cómo me costaba trabajo levantarme porque hasta para eso se debe de tener fuerza (física y de voluntad) y por fin entendí la frase “Haz las cosas a pesar de y no gracias… que escuché en una conferencia del Simulador de Vuelo. Se necesita esa energía que no puede darte ningún café o bebida energizante para brincar de la cama (y que no saquen a rastras) y lograr tus metas. Ahí la llevo. Le gano dos horas en la mañana al día y pierdo unas tantas en la noche porque los ojos se me empiezan a cerrar como a eso de las 8 pm.

 

En verdad pensaba que la fuerza no era otra cosa más que el poder para cargar maletas, cargar hijos o buscar estado físico ideal para correr en caso de que te quieran secuestrar. Cuando eres un poco más fuerte puedes decir que no. He hecho a mi cuerpo un aliado. Lo estoy disfrutando cuando casi siempre lo había relegado.

 

Quise hacer de un cambio laboral, un cambio de vida y a pesar de que tengo mucho trabajo personal, quiero darme ese espacio para sentirme bien imponerme nuevas metas. En mi último viaje a Saltillo platicaba con mis amigos sobre las metas que habíamos olvidado. Yo abandoné mi idea de la beca porque sólo pienso en los ceros que me hacen falta, pero no dejo de pensar en un par de semanas para viajar y conocer galerías, artistas y colaborar con ellos algún día. ¿Me habré quedado sin metas? Algunas de las cosas que quería hacer antes de morir las escribí en mi diario y hoy que las reviso me faltan menos, pero el al tacharlas, no he escrito nuevas. Eso es un gran problema. No sólo están las metas laborales sino las personales que a su vez se dividen en submundos diferentes.

 

¿Por qué ser fuerte? ¿Para ser menos débil? Dicen que las mujeres descubrimos un tipo de fuerza diferente cuando se da a luz. Mi mamá posee esa fuerza. Es el mayor ejemplo de eso. Ella puede estar enferma y aún así está haciendo cosas. Yo además de ser una dramática declarada, no me muevo de la cama, no quiero ver el sol, ni responder llamadas, me molesta todo. ¿Habrá obtenido mi mamá sus super poderes después de tenernos a mi hermana y a mí? Ojalá no tenga que esperar tanto.

 

Toda esta nueva rutina me está llevando a cambiar la manera en que pienso. Se integró un chip automáticamente que dice “Vamos”. Como cuando estaba en la secundaria y jugaba básquetbol. Mierda, y pensar que me estaba perdiendo de esto por hueva.


Los cambios son buenos si así se quiere. Incluso mis dibujos están cambiando. Poco a poco he resuelto algunos “asuntos pendientes” que tenía con mi papá principalmente y pude dejar de pensar en muchas cosas que me anclaban y me reclamaban ser así, opaca, permanecer igual para no hacer mucho ruido. Es una mutación que me preocupaba porque pensé que no tendría más para dibujar. Ahh no pero mis little coloured demonds siguen ahí, intactos y dispuestos a darme inspiración pero sin hacerme daño. Es lo que llamarían en teatro: la capacidad de prestarle las emociones al personaje y al terminar, dejarlas acomodadas en el lugar donde estaban. Lo importante no es olvidar, es archivar, reetiquetar. Es laboriosa el trabajo, pero es, al mismo tiempo, algo que todos deberíamos hacer.

 Agradezco tanto tiempo libre para pensar y poder conocerme mejor. El camino poco a poco se despeja y las fallas se quedan atrás. Gracias. Ahora sólo fallaré en lo que realmente me interesa fallar, por gusto. ¡Qué placer! Cómo disfruto fallar para aprender en el arte. Hace poco alguien me preguntaba que qué era lo más divertido de hacer arte. Ahora creo que podría decirle que fallar. Yo nací para eso. Espero no equivocarme.

 

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Fuerxa


Una de las promesas que me hicieron cuando empecé en el gimnasio fue tener más fuerza. Nunca en mi vida me había sometido a un esfuerzo como ese. El primer día pense que todo me dolería pero no fue así, al contrario, fue raro sentir los músculos. Fue como pasar les lista y dijeran: “PRESENTE”. Qué gusto volverlos a encontrar después de tanta grasa.  Fuerza, ¿quién necesita fuerza en un mundo tan cómodo lleno de controles remoto, sillas ergonómicas por doquier. Al mundo le gusta que permanezcamos en orden y sentados y buscar la fuerza es llevarle la contraria. Nunca antes pensé que la necesitaría, siempre había alguien dispuesto a abrir el frasco de mermelada o en el peor de los casos seguramente alguien tendría algún número 800 para pedir ayuda.

 

Viví la ida como un muppet y cómo me costaba trabajo levantarme porque hasta para eso se debe de tener fuerza (física y de voluntad) y por fin entendí la frase “Haz las cosas a pesar de y no gracias… que escuché en una conferencia del Simulador de Vuelo. Se necesita esa energía que no puede darte ningún café o bebida energizante para brincar de la cama (y que no saquen a rastras) y lograr tus metas. Ahí la llevo. Le gano dos horas en la mañana al día y pierdo unas tantas en la noche porque los ojos se me empiezan a cerrar como a eso de las 8 pm.

 

En verdad pensaba que la fuerza no era otra cosa más que el poder para cargar maletas, cargar hijos o buscar estado físico ideal para correr en caso de que te quieran secuestrar. Cuando eres un poco más fuerte puedes decir que no. He hecho a mi cuerpo un aliado. Lo estoy disfrutando cuando casi siempre lo había relegado.

 

Quise hacer de un cambio laboral, un cambio de vida y a pesar de que tengo mucho trabajo personal, quiero darme ese espacio para sentirme bien imponerme nuevas metas. En mi último viaje a Saltillo platicaba con mis amigos sobre las metas que habíamos olvidado. Yo abandoné mi idea de la beca porque sólo pienso en los ceros que me hacen falta, pero no dejo de pensar en un par de semanas para viajar y conocer galerías, artistas y colaborar con ellos algún día. ¿Me habré quedado sin metas? Algunas de las cosas que quería hacer antes de morir las escribí en mi diario y hoy que las reviso me faltan menos, pero el al tacharlas, no he escrito nuevas. Eso es un gran problema. No sólo están las metas laborales sino las personales que a su vez se dividen en submundos diferentes.

 

¿Por qué ser fuerte? ¿Para ser menos débil? Dicen que las mujeres descubrimos un tipo de fuerza diferente cuando se da a luz. Mi mamá posee esa fuerza. Es el mayor ejemplo de eso. Ella puede estar enferma y aún así está haciendo cosas. Yo además de ser una dramática declarada, no me muevo de la cama, no quiero ver el sol, ni responder llamadas, me molesta todo. ¿Habrá obtenido mi mamá sus super poderes después de tenernos a mi hermana y a mí? Ojalá no tenga que esperar tanto.

 

Toda esta nueva rutina me está llevando a cambiar la manera en que pienso. Se integró un chip automáticamente que dice “Vamos”. Como cuando estaba en la secundaria y jugaba básquetbol. Mierda, y pensar que me estaba perdiendo de esto por hueva.


Los cambios son buenos si así se quiere. Incluso mis dibujos están cambiando. Poco a poco he resuelto algunos “asuntos pendientes” que tenía con mi papá principalmente y pude dejar de pensar en muchas cosas que me anclaban y me reclamaban ser así, opaca, permanecer igual para no hacer mucho ruido. Es una mutación que me preocupaba porque pensé que no tendría más para dibujar. Ahh no pero mis little coloured demonds siguen ahí, intactos y dispuestos a darme inspiración pero sin hacerme daño. Es lo que llamarían en teatro: la capacidad de prestarle las emociones al personaje y al terminar, dejarlas acomodadas en el lugar donde estaban. Lo importante no es olvidar, es archivar, reetiquetar. Es laboriosa el trabajo, pero es, al mismo tiempo, algo que todos deberíamos hacer.

 Agradezco tanto tiempo libre para pensar y poder conocerme mejor. El camino poco a poco se despeja y las fallas se quedan atrás. Gracias. Ahora sólo fallaré en lo que realmente me interesa fallar, por gusto. ¡Qué placer! Cómo disfruto fallar para aprender en el arte. Hace poco alguien me preguntaba que qué era lo más divertido de hacer arte. Ahora creo que podría decirle que fallar. Yo nací para eso. Espero no equivocarme.

 

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Una de las promesas que me hicieron cuando empecé en el gimnasio fue tener más fuerza. Nunca en mi vida me había sometido a un esfuerzo como ese. El primer día pense que todo me dolería pero no fue así, al contrario, fue raro sentir los músculos. Fue como pasar les lista y dijeran: “PRESENTE”. Qué gusto volverlos a encontrar después de tanta grasa.  Fuerza, ¿quién necesita fuerza en un mundo tan cómodo lleno de controles remoto, sillas ergonómicas por doquier. Al mundo le gusta que permanezcamos en orden y sentados y buscar la fuerza es llevarle la contraria. Nunca antes pensé que la necesitaría, siempre había alguien dispuesto a abrir el frasco de mermelada o en el peor de los casos seguramente alguien tendría algún número 800 para pedir ayuda.

 

Viví la ida como un muppet y cómo me costaba trabajo levantarme porque hasta para eso se debe de tener fuerza (física y de voluntad) y por fin entendí la frase “Haz las cosas a pesar de y no gracias… que escuché en una conferencia del Simulador de Vuelo. Se necesita esa energía que no puede darte ningún café o bebida energizante para brincar de la cama (y que no saquen a rastras) y lograr tus metas. Ahí la llevo. Le gano dos horas en la mañana al día y pierdo unas tantas en la noche porque los ojos se me empiezan a cerrar como a eso de las 8 pm.

 

En verdad pensaba que la fuerza no era otra cosa más que el poder para cargar maletas, cargar hijos o buscar estado físico ideal para correr en caso de que te quieran secuestrar. Cuando eres un poco más fuerte puedes decir que no. He hecho a mi cuerpo un aliado. Lo estoy disfrutando cuando casi siempre lo había relegado.

 

Quise hacer de un cambio laboral, un cambio de vida y a pesar de que tengo mucho trabajo personal, quiero darme ese espacio para sentirme bien imponerme nuevas metas. En mi último viaje a Saltillo platicaba con mis amigos sobre las metas que habíamos olvidado. Yo abandoné mi idea de la beca porque sólo pienso en los ceros que me hacen falta, pero no dejo de pensar en un par de semanas para viajar y conocer galerías, artistas y colaborar con ellos algún día. ¿Me habré quedado sin metas? Algunas de las cosas que quería hacer antes de morir las escribí en mi diario y hoy que las reviso me faltan menos, pero el al tacharlas, no he escrito nuevas. Eso es un gran problema. No sólo están las metas laborales sino las personales que a su vez se dividen en submundos diferentes.

 

¿Por qué ser fuerte? ¿Para ser menos débil? Dicen que las mujeres descubrimos un tipo de fuerza diferente cuando se da a luz. Mi mamá posee esa fuerza. Es el mayor ejemplo de eso. Ella puede estar enferma y aún así está haciendo cosas. Yo además de ser una dramática declarada, no me muevo de la cama, no quiero ver el sol, ni responder llamadas, me molesta todo. ¿Habrá obtenido mi mamá sus super poderes después de tenernos a mi hermana y a mí? Ojalá no tenga que esperar tanto.

 

Toda esta nueva rutina me está llevando a cambiar la manera en que pienso. Se integró un chip automáticamente que dice “Vamos”. Como cuando estaba en la secundaria y jugaba básquetbol. Mierda, y pensar que me estaba perdiendo de esto por hueva.


Los cambios son buenos si así se quiere. Incluso mis dibujos están cambiando. Poco a poco he resuelto algunos “asuntos pendientes” que tenía con mi papá principalmente y pude dejar de pensar en muchas cosas que me anclaban y me reclamaban ser así, opaca, permanecer igual para no hacer mucho ruido. Es una mutación que me preocupaba porque pensé que no tendría más para dibujar. Ahh no pero mis little coloured demonds siguen ahí, intactos y dispuestos a darme inspiración pero sin hacerme daño. Es lo que llamarían en teatro: la capacidad de prestarle las emociones al personaje y al terminar, dejarlas acomodadas en el lugar donde estaban. Lo importante no es olvidar, es archivar, reetiquetar. Es laboriosa el trabajo, pero es, al mismo tiempo, algo que todos deberíamos hacer.

 Agradezco tanto tiempo libre para pensar y poder conocerme mejor. El camino poco a poco se despeja y las fallas se quedan atrás. Gracias. Ahora sólo fallaré en lo que realmente me interesa fallar, por gusto. ¡Qué placer! Cómo disfruto fallar para aprender en el arte. Hace poco alguien me preguntaba que qué era lo más divertido de hacer arte. Ahora creo que podría decirle que fallar. Yo nací para eso. Espero no equivocarme.

 


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H (Pillowsophy) Sábado 25 de Septiembre 8 PM- @ Ágoras/Saltillo/Coahuila/México

Las almohadas nunca duermen. Velan nuestros sueños, los guardan y guían.

Las almohadas se comunican entre ellas. Les dicen a los amantes que uno sueña con el otro, que se aman aunque estén lejos.

Hay almohadas que son inquietas y se mueven en la noche para poder leer nuestra mente y si la mejor posición para dormir es de lado es porque de esa manera pueden hablarnos mejor.

Las almohadas son ciudades, son antenas, discos duros, archiveros  en los que se encuentran los conocidos y desconocidos. Son nuestras amigas y hasta ahora, no he encontrado mejor paño de lágrimas.

Administran nuestro sueño sin somníferos. Es algo complejo explicar el proceso en que nos inducen al sueño pero lo estoy tratando de explicar en un cuando llamado H donde he vaciado todos los conocimientos que he adquirido sobre almohadas desde pequeña. Sólo puedo decir que son un mundo aparte.

¿Se han preguntado por qué hay personas que tiene almohadas tan flacas? ¿Será acaso que no la alimentan con suficientes sueños?

Mi almohada es mi mejor amiga.  La cama ya no es un refugio del mundo para mí sino una mesa de planeación estratégica. Un espejo a futuro, una pantalla rechonchita de cómo quiero ver al mundo.

H, mi querida H, la única que me entiende y me consuela. Mi mejor asesora.  Una zona de confort donde salen a la luz las incomodidades mentales  para ser procesadas. Aunque también hay que aprender a decirle adiós.

H es una exposición de todos esos buenos sueños y malos sueños. Algunos personales y otros que comparto.

En esta ocasión les pediré a todos que me acompañen la noche del sábado 25 de septiembre con sus almohadas y marchemos esperando que más personas escuchen a sus almohadas (que son ellos mismos) para que recuerden lo que querían de chiquitos, los amores que han olvidado, los horizontes que se han borrado. Es un llamado a soñar y no perder la esperanza en estos momentos.

 


H (Pillowsophy)

25 de Septiembre

8 PM Entrada Libre

Centro Cultural Ágoras

Juárez 309, Centro

Saltillo, Coahuila, Mexico

Centroculturalagoras.blogspot.com

alinapoulain@gmail.com

alinapoulain.posterous.com

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Lady Envelope

Puedes esforzarte mucho en cambiar. Irte a un lugar muy lejano. Cambiarte el nombre, el apellido, de forma de pensar, de IP. Pero finalmente el pasado  te encuentra y dice "hola" yo sé quién eres. No se lo tienes que preguntar a nadie más".

Uno va dando vueltas, se va revolcando con él implorando que ya no vuelva porque el futuro nos ha hecho promesas, también inciertas, de que será mejor todo, aunque sea por un ratito. Se va el hambre. Te vuelves un mueble encima de otro mueble que es tu cama y no piensas más que en el olor a encerrado, que tiene su encanto si no quieres pensar en la libertad.

Soy un chango enjaulado que da vueltas por los mismos lugares donde vivió grandes momentos, pero en las páginas de internet, Facebook, Twitter, Replies, Direct Messages, Comments. Nada nuevo. Nadie se acuerda de uno. Te vuelves adicta a los aplausos y empiezas a hacer cosas que no son dignas de aplausos sino que nada más buscan sacar los little coloured demonds que tienes dentro. Cómo los había ignorado, pensando que ya se habían ido. Ayer en la tarde me senté a platicar con alguien que me dio una copia exacta de mi biografía a los 17 años cuando trabajaba en una estación de radio. yo sólo observaba lo que los adultos de veintitantos años hacían a mi alrededor. Hasta ahora voy digiriendo todo lo que vi y vivi. Tal vez para ese momento eran una bola de locos sin control que hacían lo que querían. Ahora veo tras bambalinas. Veo que soy igual que ellos, buscando un camino que equilibre la locura y la tranquilidad. "No está mal sentirse así"-me dijo. "Yo crecí sin límites. Para mí era normal hacer muchas cosas que, al momento de salir al mundo y hacerlas, no tenían un punto de comparación con el comportamiento de la gente de afuera." No estaba mal, pensé. Sólo estaba desfasada. Ella no tenía la culpa de haber crecido con toda esa libertad que la gente con horarios, los hombres grises que se derrumban cuando los despiden del trabajo, los que siguen al-pie-de-la-letra las instrucciones de la vida: nace/crece/reprodúcete/muere, o entendían o no había vivido más que en películas. Y hay algunos que piensan que alterar ese ciclo sería nice, irreverente. Algunos no lo pensamos. Quien no conoce la regla tampoco conoce cómo romperla. 

 ¿Cuáles eran "those good old days" que tanto busco recordar? Creo que todavía los sigo viviendo. Cuando entrevisto a alguien lo único que me interesa saber es cómo administra su locura. Esas cosas que sólo se pueden platicar de loco a loco, sin pretensiones. ¿Tú también te exprimes para sentir que la vida vale la pena? ¿Qué opinas de la muerte? No está mal hablar de la muerte. Tal vez sea de mal gusto y puede reflejarle inseguridad al que sabe de psicología, pero el que se sabe finito tienen una carga necesaria, una premura por hacer las cosas de una vez por todas. Prefiero cargar esa necesidad a la seguridad absurda de saberse que tendrá hasta mañana para terminarlo todo. Cuando conoces a alguien que se exprime igual o más que tú y se siente ligero tienes una nueva meta. Te brillan los ojos y vuelves a pensar que hay un gran espacio en tu cabeza que no ha sido usado. A limpiar el caché y seguir adelante.

Después de pasar tantas horas platicando en persona y por teléfono terminé preguntándome ¿Por qué la gente ensalza a alguien que se atreve a ir contra la corriente? Será que protegemos tanto nuestros propios miedos que aplaudimos el hecho de que alguien salga,  grite "NO ES CIERTO" y hasta pagamos por admirarlo? Será que nosotros mismos no nos damos el tiempo para leer lo que ellos leyeron, para liberarnos, para pensar que no nos importan las opiniones de los demás? ¿Será que no todos sienten ese impulso o miedo a la muerte para decirle "a mí no me dominas, hoy hago lo que quiero y si me llevas hoy al menos te costó trabajo hacerlo"? ¿Por qué no? Para que se agoten los boletos para ver a Madonna en segundos. Para que subasten el la taza de baño de John Lennon en millones. ¿Para que no haya competencia? Para que Lady Gaga siga teniendo el gusto de hacernos sentir que el mundo se va a acabar. 

Es verdad, todos somos artistas. Retrocedan un poco en sus vidas. Recuerden cuando eran mas felices y no pensaban en que un gadget era la felicidad. No les invito tampoco a ser niños por siempre, pero sí a vivir una madurez liberada, sin culpas ni buscando el perdón abajo de los zapatos de los demás. Una felicidad auténtica y seguros de haber elegido los caminos que eligieron, exprimiéndose para poder decir di mi 100% en esto y sentí que es la vida. Pensar que los límites pueden ser retos u hologramas. Ser alguien así vale mucho más la pena. Pero implica aclarar muchas dudas adentro, cosas que no siempre se pueden platicar con cualquier persona. Una Lady Envelope dispuesta a recoger pedacitos de esto y aquello para después pegarlo todo en una hoja y comer, digerir, sacar algo nuevo, un mensaje, una canción, una propuesta, una nueva línea para nadie más que para uno mismo.

 


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