Goodbye Dark Passenger

Desperate-dark-passenger
Desperate Dark Passenger - Alina Poulain - Hungary 2011

Hay razones para ser quienes somos. No son pretextos ni lloriqueos, son sólo marcas que el cicatricure no quita. Pisotadas en la mente que brotan de repente cuando planeas hacer los cimientos de una nueva construcción mental.

Es así como encontramos restos de nosotros mismos escarvando como albañiles y de pronto nos convertimos en arqueólogos que ven el pasado que tenía tanto tiempo escondido. Nos debemos dar a la tarea de reconstruir eso que se rompió hace tiempo y conforme vamos desmpolvando nos damos cuenta de que era la infancia.

No puedo decir que fui una niña infeliz, sería una mentira, la disfruté mucho y tuve todo lo que quise desde muñecas Barbies hasta todas las monografías de la papelería, pero hubo algo que bloqueó mis recuerdos desde que era niña y hasta los 17 años, nunca super por qué, sólo lo llamé Dark Passenger.

Me habitaba, no estaba de visita dentro de mi, mas bien vivía ahí y claro que aprendí a evitarlo, a ignorarlo con muchas cosas, pensamientos, ideas, comida, dibujos, poemas, música y hasta autismo y tricotilomanía. Nunca quise confrontarlo, yo sentía que era más grande que yo, que ocupaba más espacio que yo y que al hacer esa batalla todo se vendría abajo, sería como abrir una caja de Pandora, pensaba. Era muy cobarde porque aunque era inmaterial y sombrío. Nunca estuve tan consciente de qué tanto pesaba hasta que estuve nuevamente abajo de él. 

La confrontación se dio de la nada, fue en el momento menos esperado en el que cerré los ojos y entre risa y risa salió, me tomó de la garganta y no me dejó respirar. Supe que no era una fantasía porque mi cuerpo ya estaba acostumbrado a esa sensación, a esa impotencia, al no poder defenderse, estaba inmóvil hasta que me di cuenta de que no era más una niña y como era ahora podría aventarlo. Insisto, era pesado, cubría todo mi cuerpo, como una loza de piedra. No podía ver su cara pero me era conocido. Empecé a gritar en cuanto pude “no más, no más, vete ya, vete”. Entre más gritaba, más pesado se volvía. El olor que percibía eran eructos de ron, la esencia de catina impregnada en la ropa y olor a gasolina hirviéndo a lo lejos.

Cuando todo era más obscuro y no podía ver nada fue cuando se fue, cuando puse volver a respirar y me levanté. No sentía la cara, pero sabía que estaba llorando, sentía mojadas las manos y me sentía a unos tres metros de mis ojos como en un pozo. Enterrada en mi misma. Lloraba no por tristeza sino para demostrarme que ya podía respirar, para agarrar la mayor cantidad de aire posible, embriagarme de oxígeno y acariciarlo con mi garganta. 

Hubo palmadas en la espalda y comentarios genéricos como “ya pasó, tranquila” pero en ese momento entendí que los consejos no sirven de nada, nunca. Ni los pésames, ni los “te entiendo” ni los “aquí estoy por si necesitas algo”. Cuando uno se rompe las palabras no pueden ser el koia loka que las pegará. Cuando uno se rompe tampoco puede olvidarse de la parte que se rompió porque se vuelve lepra, cuando uno se rompe es mejor fragmentarse y escoger las nuevas partes con las que se debe uno construir. 

Cuando uno se rompe uno se queda débil no importa que tan grande se aparente ser, no hay fuerza detrás, la masa sólo es ilusión, una protección barata y obsoleta, una muralla para que nadie más se acerque y cargar nuestra propia vergüenza. 

Mas la sensación de libertad, espacio y alivio las vivo dentro de mí, como cuando te limpias la nariz y te pones vaporub, le das el golpe al aire. Ya ni siquiera me salen lágrimas, mi mente dice: corrupt file not found. 

Adiós Dark Passenger, no te voy a extrañar, hiciste de mí lo que soy, te agradezco lo poco que me diste y deberías agradecerme el haberte dado espacio en mí por tanto tiempo también. Dejaste el rastro de maldad necesario para que entendiera que el mundo es difícil y que en verdad no tienes a nadie, pero no quiero verte jamás.

 

Posted via email from Alina Poulain Official Site

0 comentarios: