Sábado 29 de mayo de 2010
Al más apreciado del mundo:
Siento el alma poseída por alguien que vivió a principios de siglo. Una de esas personas que se tomaban el tiempo para darle cuerda a los relojes cucú y para prender las velas del candelabro por las tardes. Como aquellas mujeres que tenían suficiente tiempo para cepillarse sus largas cabelleras con cepillos de pelo de jabalí por las noches y hacerse largas trenzas.
¡Qué diferente era la vida cuando teníamos que hacer un montón de cosas que ahora no hacemos para ahorrarnos tiempo y dedicárselo al facebook! ¡Qué diferentes eran nuestros roles y no teníamos que estar leyendo revistas de cómo educar a los hijos, querer a tus padres o como llevar una relación de pareja. No había tantas historias de éxito que repetir como recetas. Cada quien inventaba la suya. Hoy el mundo está plagado de conferencias y cada quién es su propio vocero en 140 caracteres donde literalmente cualquiera podía hablar de su cuestionable éxito en Twitter. Lo que me importa de algunas conferencias a las que he asistido es tener tiempo para aprovechar el silencio y pensar en otras cosas diferentes a lo que están diciendo, como ese día en que estábamos en la conferencia del gobierno del norte del país y supe que por nada del mundo haría algo en el taller del día siguiente. Al contrario, me los imaginaba a todos en una cantina, riéndose de los fraudes que deben estar haciendo con la bola de números que escupían, o por el contrario, imaginarlos coqueteando asquerosamente con la secretaria, regalándoles un peluche polvoriento arrumbado en alguna papelería. Me gusta hacer historias. Algunas personas creen que el trabajo, la comida, los viajes o la tv, no tienen otro propósito que matar el tiempo. A las personas como yo nos clasifican como “entretenimiento”. Me suena tan barato. Como intermedio de fútbol. Intermedio entre el trabajo, el sexo, la comida y el sueño. Llevo días pensando eso y perdón si no es de tu incumbencia, pero de vez en cuando tengo que confesarle ciertas cosas a alguien y ese alguien, hoy, te tocó ser a ti.
Cuando vi tu mensaje no pude pensar en otra cosa que no fuera: “Bueno, ¿Por qué no se divierte si ya está ahí?, tiene todo pagado, está conociendo otras personas, otro lugar del mundo, no es para que te pongas así” Claro que no puedo querer que tú pienses como yo porque somos dos personas diferentes. Por eso es que te comparto un poco de lo que ocurre en mi cabeza cuando algo que amenaza con aburrirme se me presenta. No hay nada que pueda ser tan aburrido, para eso debes educar tu ojo y tu mente para buscar cosas donde los demás no ven nada. Esa es la ociosidad que cambia las cosas, no la creatividad forzada de algunos “creativos” meten con calzador a los comerciales. Lo que tú haces puede ser tan maquiavélico como maravilloso. Lo que quiero decirte es que no tienes un trabajo horrible, tal vez así te lo parezca porque ves ciertas cosas negativas sobre él, pero hay mucho más… siempre hay mucho más en todo. De todo corazón deseo que tu sueños se cumplan pero no te autoboicotées. Sé tu mejor amigo y aprende a divertirte con tu mente. pero es cierto, no mates el tiempo, aprovéchalo. No seas un hombre gris por favor.
Creo que esto te lo puse en la carta pasada (old fashioned way) pero siempre me ha sorprendido la manera en que dices tu nombre (ea! que ya la quisiera yo, eh?) sientes un gran orgullo al decirlo. Engalanarse con su propio nombre. Eso es maravilloso. Habla de una gran envergadura, de un porte que sólo se gana con el brillo del respeto a sí mismo, que a su vez, se gana sólo escuchándose y siéndose fiel a las metas que uno se pone. Conserva eso y llévalo a sus máximas consecuencias. Esa valentía sí vale la pena. No te falles porque eres todo lo que tienes.
No sé qué más decir. Se me acabaron las palabras y no quiero caer en discusiones innecesarias por la palabra al final de la carta. Que si cae en definiciones inexactas de destino o éxito o suerte así que he decidido cerrar en tu idioma y cito a Kotler (al menos a él si lo escuchas)
El futuro no está por venir. Ya llegó.
#enmimuyhumildeopinion
Alina Poulain W.
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