Splendorous

Son las tres de la mañana. Tengo hambre y sólo cosa saludables en el refrigerador. Le he dicho adiós al azúcar: la única adicción que me quedaba.

Me cambio el anillo de mano para tratar d erecordar que una semana más ha terminado y pensar que cada vez me cuesta más trabajo vivir lentamente como lo hacía en Saltillo viendo las montañas. El 21 de agosto habrá sido un año desde que me fui 4 meses a una aventura que, por lo que veo, no todo mundo hubiera estado dipuesto a vivir. Desde que regresé todas esas opciones alimenticias que no había visto en mi vida independiente estaban ahí. Es fácil ser vegetariano cuando no sabes cocinar o es lo único que te queda. Además es interesante compartir con los amigos las últimas latas de atún que te quedan en la alacena y ver qué te inventas como bebida "fancy" e imaginar que estás en el más caro de los restaurantes. Es verdad, no me queda más que la imaginación.

Mi familia no habla mientras come, más bien se devoran entre ellos, antes y después de comer. Es un acto que supuestamente une a la familia pero termina separándonos porque iempre se critica lo que come el otro. Que si engorda, que si es light. "Las raciones permitidas" según el recuerdo de algún nutriólogo que nos consultó allá por los 90's. ahora todo ha cambiado. Lo light y leer etiquetas es una ley en la casa de mi abuela. La diabetes ha llegado con todo y su medidor de glucosa. No puedo ni pronunciar la palabra. Nada más de pensar en ella me recuerda a los varios análisis de eliminación de ... mmm "glucosa" y de cómo me hacían tomar botellitas de dulce para que cada 20 minutos me pincharan el brazo. Así le perdí el miedo a que me sacaran sangre y a mirar las esquinas de los consultorios. Mi abuela tiene "dedos de coladera" según mi abuelito quien se ríe del exceso de cuidados que le preocuran mis tías pero a él no. Es curioso como cuando mi abuelo fue diabético le traían Coca-Cola y pan dulce a la mesa y nunca se preocuparon por ver cómo le afectaba minuto a minuto en su sangre. Para mí eso esa muerte lenta: darle Coca, aunque sea light a un diabético y que este pensara que lo estaban "consientiendo". Qué equivocado estaba ese hombre al que llaman "quepo", abreviatura cariñosa de "que poca que nos dejaste, cabrón".

El azúcar, que en algún momento de mi vida fue un regalo, un premio, ahora es un veneno. Todo se ha convertido en pequeñas dosis de Splenda, comida saludable, controlar las obsesiones, aunque a mí en realidad me interesa más saber las razones que me llevan a comer compulsivamente y los vacíos que estoy tratando de llenar con el libro que me prestó Garnica: "Deja de romper tus dietas" de la Dra. Ángeles            Mi abuelita hizo un rito, en soledad, donde se despidió de todos esos alimentos que, a sus 78 años, ya no podrá volver a comer. Adiós duraznos en almíbar, pasteles, refrescos, una que otra malteada, mole dulce (que tanto le gustaba cocinar) y todos aquellos platillos que salían en la TVNotas y pedía en los restaurantes. Comió de lo mejor alrededor del mundo... ahora sólo le queda el recuerdo. A mí me basta con eso. A veces, cuando quiero saborear algo pienso en su sabor  y siento su textura. Por eso digo que todo es buena memoria e imaginación. Hay una carpeta en mi cabeza de sabores y olores que traigo a mí y no tengo que digerir. Masticar estorba. Como dice Björk en una se sus canciones "i wish i'd only smell this and didn't have to taste".

Espero que Johnson & Johnson también desarrolle un medidor "OneTouch" de amargura en la sangre para así saber cuándo debo de escuchar mi playlist en Grooveshark llamada "ñoñipop" que sobra decir que pone de buenas a cualquiera. Es curioso recordar que el azúcar antes era un lujo que sólo los ricos podían pagar y ahora son los mismos ricos quienes la evitan y compran todo light, deslactosado, desengrasado y ultrapasteurizado. Es un lujo recetado. 

Ahora está en mi no sentirme simple, sin sabor, ante estos nuevos cambios alimenticios que ha tomado la familia. Descubro en la pintura vinílica sobre la pared del mural que estoy pintando una gran terapia... aunque no del todo pienso alejarme del azúcar y más cuando dice Nina Simone "I want some sugar in my bowl".


Next Floor un film de Denis Villeneuve // nextfloor-film.com

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